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¿Qué hacer en tu clase?

Los niños que experimentan un trauma pueden afrontar desafíos conductuales, sociales, psicológicos y académicos a largo plazo. Otros impactos incluyen una disminución de la autoestima, un mayor riesgo de ansiedad y depresión, dificultades para establecer y mantener relaciones positivas con sus pares, y comportamientos inapropiados, así como trastornos de conducta. Nuestro estudio de caso demuestra cómo situaciones difíciles en la vida temprana y experiencias continuas de adversidad pueden manifestarse como formas de comportamiento y resultados en un entorno de aprendizaje. Jamie ha mostrado algunas dificultades de aprendizaje y tiene dificultades para mantener su atención y concentrarse en su trabajo en clase. También puede ser propenso a arrebatos y rabietas en el aula y comportamiento agresivo hacia el personal escolar y otros alumnos (Hughes et al., 2018).

Los maestros y otras personas que trabajan en el entorno escolar pueden ayudar a los estudiantes a verse a sí mismos como saludables y fuertes y pueden promover el bienestar de los niños, incluidos aquellos que han experimentado adversidades. Un enfoque basado en las fortalezas puede ayudar a desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas en los niños y capacitarlos para que sean más resilientes (Linley, 2008). Por ejemplo, las acciones tomadas por Anna, la maestra de Jamie, le han ayudado a mejorar su comportamiento y a construir relaciones más positivas con sus compañeros. A continuación, describimos algunos de los métodos que los maestros pueden usar para desarrollar la resiliencia y el bienestar de los estudiantes.